Porqué Estonia tiene los impuestos más competitivos del mundo

Con una primera ministra mujer, un PIB per cápita que ha superado al de Grecia y Portugal (23.060 dólares en Estonia por los 17.140 de Grecia y los 20.530 de Portugal) y se acerca al de España, con unos mejores datos de empleo (en la actualidad el paro en Estonia no llega al 6% mientras en Grecia es del 12% y en España del 12,6%), Estonia se ha convertido no solo en un ejemplo a seguir para los países ricos, sino especialmente para los países más pobres por el extraordinario desarrollo obtenido en poco más de 30 años.

Después de diferentes vicisitudes en el seno de la URSS, se independizó definitivamente como estado soberano reconocido por la ONU en 1991 con el desmoronamiento de la Unión Soviética. En pocos años privatizaron casi todas las empresas propiedad del Estado y liberalizaron los precios, aún siendo un país pobre y amenazado por la posibilidad de una nueva invasión rusa. En 1996 su nivel económico era equivalente al de países como Argelia o Colombia y el fuerte desempleo y una creciente inflación generaban la consiguiente fuga de talento.

 

Pero durante el mandato de Toomas Herndrick Ilves, ex embajador de Estonia en Estados Unidos y posterior presidente electo del país entre 2006 y 2016, se impulsó una nueva estrategia basada en la ventana de oportunidad que ofrecía el principio de la era de Internet. Adoptándola, el Gobierno priorizó la disposición de ordenadores e internet en todo el sistema educativo y la alfabetización digital entre la ciudadanía. En el año 2000 se erigió como el primer país en reconocer el acceso a internet como un derecho humano, y cinco años más tarde también lo fue en organizar elecciones mediante voto electrónico.

‘La lógica de fomentar el ahorro para incentivar la inversión y así aumentar el crecimiento económico, ha significado un resultado en términos de riqueza mucho mejor e igualitario que en países con sistemas impositivos más altos y con presunción de redistributivos como son España, Italia o Reino Unido’

Photo by Alari Tammsalu
 
Su camino de éxito no fue fácil en ningún caso: la amenaza rusa se materializó en 2007 con la primera ciberguerra de la historia, cuyo ataque provocó el colapso durante unos días de una administración estonia que ya estaba prácticamente en su totalidad digitalizada. Por si ello fuera poco, la crisis financiera de 2009 supuso una caída del PIB del 14,4% (el de USA cayó un 2,5% y el de España un 3,8%).

 

A día de hoy, además de superar en PIB per cápita países como Grecia o Portugal, Estonia atrae capital siendo sede de incontables start-up como Kazaa, Skype, TransferWise o Bolt, mediante el concepto de residencia electrónica. En la actualidad cuenta con más de 70000 ciberciudadanos, equivalente al 7% de la población total de algo más de 1 millón de habitantes.

Además cuenta con un acreditado sistema mixto de salud que garantiza a todo ciudadano la accesibilidad y con una excelente educación pública (según el Informe PISA la 5a mejor del mundo, superando a Finlandia) y con un transporte público totalmente gratuito.

Su deuda pública se situó tan solo en el 8,4% antes de la crisis del Coronavirus, siendo en el último trimestre de 2021 de tan solo el 19,6 %, registros incomparables con el resto de países Europeos con un 76% de media o con la española que supera ya el 120%. Buena parte de este éxito se explica por su sistema impositivo, que según la Tax Foundation, es el más competitivo de toda la OECD.

5 Principios clave del sistema fiscal de Estonia

 

  1. Principio de simplicidad

Una gran parte del éxito del sistema fiscal estonio puede explicarse por su simplicidad. Por un lado, gracias a la agilidad en los trámites, puesto que tanto pagar impuestos como crear una empresa requiere pocos minutos, equivalentes al tiempo que invertimos en abrir una cuenta en cualquier appcomo la propia hacienda pública explicita la declaración de impuestos conlleva solo 3 minutos. Por el otro, toda imposición fiscal puede simplificarse en el número 20: 20% de IRPF, de IVA o de Impuesto de Sociedades, con excepciones para las rentas más bajas (sin tributación para sueldos inferiores a 6.000 euros anuales y con tipos más reducidos de 6.000 a 25.000 €/año. A partir de 25.000€ el tipo es fijo y sin existencia de beneficio fiscal alguno.

  1. Principio de neutralidad

Los impuestos son neutrales, pensados solo para recaudar y no para premiar o castigar según qué decisiones tomen los ciudadanos legal y libremente. La actuación de la Hacienda pública no se orienta, por lo tanto, hacia la promoción o desincentivación de ningún tipo de inversión o empresa. Lejos de ingresar menos, la recaudación fiscal de Estonia es superior por ejemplo a la de España (40,1% del PIB frente a 38,8%).

  1. Principio de riqueza

 La política tributaria se orienta claramente a la creación de riqueza de cuantos más mejor. El impuesto de sociedades es como hemos dicho del 20%, pero no se aplica a los beneficios que se reinvierten para incrementar la capacidad productiva de las empresas. Únicamente los grava, por lo tanto, cuando éstos son distribuidos a sus accionistas. Tampoco existe el impuesto por dividendos, de modo que no hay doble imposición, y se pueden compensar las pérdidas de ejercicios anteriores con los beneficios de otros.

  1. Principio de eficiencia

Para ganar en eficiencia esto es, mantener o aumentar los resultados con los mismos o incluso menos recursos, se adoptó un mismo software y la centralización de datos en una base interconectada a tiempo real (X-ROAD) entre agencias estatales y bancos comerciales, acompañado todo ello por un programa de formación continua a cuadros intermedios para implementar los nuevos procesos y métodos.

  1. Principio de subsidiariedad

 En 2013 se aprobó la nueva Ley de Servicios Públicos donde se implementó la descentralización de la contratación pública, aplicando el principio de subsidiariedad acercando lo más posible el área de decisión al lugar de aplicación, y fijando un límite máximo del 12 % de personal funcionario respecto a la población activa, de acuerdo a su objetivo de burocracia 0.

Estonia sigue teniendo retos pendientes, pero la lógica de fomentar el ahorro para incentivar la inversión y así aumentar el crecimiento económico, ha significado un resultado en términos de riqueza mucho mejor e igualitario que en países con sistemas impositivos más altos y con presunción de redistributivos como son España, Italia o Reino Unido. El índice Gini de Estonia, sin ir más lejos –índice que mide la desigualdad económica-, se ha reducido desde un valor de 36 en el año 2000 a uno de 30,5 en la actualidad, por debajo de Italia (32,8%), España (32,1%), Grecia (31,4%), Portugal (31,2%) y Alemania (34,4%). Por todo ello, Estonia debería ser un referente para inspirar cambios en todas aquellas estrategias que, día tras día, se muestran como insostenibles.

 

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Más información en: Tax Foundation

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