Por una transición energética inteligente

Escribe el profesor García Montalvo en La Vanguardia sobre la necesidad de superar ciertas hipocresías para orientar la transición energética de un modo verdaderamente inteligente.

En una economía doméstica, lo habitual es optimizar el nivel de consumo de acuerdo a las propias restricciones presupuestarias familiares. Así, a casi nadie le parecería razonable comprar un Ferrari, una casa en Cadaqués o realizar un viaje alrededor del mundo sin disponer de los recursos adecuados para financiar dichas adquisiciones. Así como ocurre en la economía doméstica, en la economía el reto de la optimización es una constante y ésta siempre está condicionada por los recursos disponibles.

 

Sorprendentemente, señala el profesor García Montalvo, la transición energética se ha planteado políticamente como un proceso de reducción de emisiones sin restricciones, como si no existieran consideraciones económicas a plantearse. Así, sin más, los científicos han establecido el límite de aumento de la temperatura que no debería sobrepasarse y los políticos han puesto fechas a la descarbonización.

Sin embargo, la transición energética es un proceso de reducción de emisiones que tiene multitud de restricciones y produce efectos indirectos muy significativos que deben también tenerse en cuenta en su optimización. Olvidar que estamos ante un problema de optimización con abundantes restricciones en un sistema de interacciones complejas entre sus componentes produce, según el profesor García Montalvo, multitud de paradojas y retrasa la consecución de los objetivos:

‘No tener en cuenta la complejidad del sistema económico y social produce enormes paradojas e hipocresías’

 

  • Existen múltiples restricciones en el problema de minimización de las emisiones: tecnológicas, políticas, económicas, sociales y geopolíticas.
  • La tecnología, por ejemplo, no permite la sustitución inmediata por energías renovables. Además las trabas administrativas existentes para poner en funcionamiento proyectos fotovoltaicos y eólicos hacen todavía más lenta su adopción.
  • Las restricciones económicas no están solo relacionadas con la financiación de la inversión en energías renovables. Es necesario también, por ejemplo, que el precio de la energía en la transición no se dispare, puesto que aumentaría la probabilidad de conflictos sociales y la pérdida de empleo, reduciendo el apoyo popular para continuar con la imprescindible reducción de emisiones. Además, un precio muy alto de la energía provoca que otros países vuelvan a quemar carbón o petróleo, como es el caso de India, alejando la consecución de los objetivos de emisiones, un problema global por naturaleza.
  • Un ritmo diferente de imposición sobre las emisiones en distintas zonas económicas perjudica la competitividad de las zonas que imponen una transición más rápida. Y esto se agrava si no se gradúan las tarifas de importación para objetos producidos con mayor emisión contaminante. En las restricciones geopolíticas, de las que les hablé hace unos meses, no hace falta insistir.

No tener en cuenta la complejidad del sistema económico y social produce enormes paradojas e hipocresías, por ejemplo:

 

1) Alemania decidió precipitadamente abandonar la energía nuclear y echarse en manos del gas ruso a pesar de la anexión de Crimea. No hay duda de que la dependencia europea de la energía rusa hizo pensar a Rusia que la invasión de Ucrania no encontraría mucha resistencia en Europa y fue un factor en el comienzo de la guerra. Ahora la UE ya acepta que quemará más carbón en la próxima década por el fin del gas ruso. Así lo reconoció esta semana Frans Timmermans en la presentación del plan REPower EU. Menudo negocio: hemos reducido la energía nuclear para volver a quemar carbón.

2) La Unión Europea prohíbe el fracking, pero no hace ascos a importar gas de Estados Unidos producida con esta tecnología. La ley del Cambio Climático y Transición Energética española también lo prohíbe, pero una fracción sustancial del gas importado por España de Estados Unidos se produce así. Que los votos sean locales parece olvidar que el problema de las emisiones es global.

3) Con el precio de la energía disparado, en un proceso que viene de muchos meses antes de la invasión rusa, muchos gobiernos europeos han decidido subvencionar las gasolinas, cuando uno de los vectores fundamentales de la descarbonización debe ser la reducción del consumo energético.

‘Necesitamos una transición energética inteligente que sea lo más rápida posible sujeta a las restricciones de un sistema económico y social muy complejo’

García Montalvo
 

En lugar de ajustar los impuestos por la inflación y dejar que las familias decidan si quieren comprar más verduras o mantener el consumo de gasolina, la subvención solo se da si se emite CO2. Esta medida, comprensible para sectores sin posibilidad de decidir si quieren consumir gasolinas o no, como los transportistas, no es compatible con el compromiso ecológico de muchos gobiernos europeos. Y solo faltaba que el Banco de España confirme que esta subvención está favoreciendo en mayor medida a las familias con más recursos económicos.

¿Es esto parte de la transición justa de la que tanto se habla? Se pregunta el profesor García Montalvo ¿O bien es una medida más que añadir a las restricciones de circulación para familias con pocos recursos que no pueden permitirse un coche nuevo o, en el futuro, pidan una hipoteca para financiar una vivienda poco eficiente energéticamente?

Por ello es sorprendente, visto el desarrollo de los hechos, que haya quien insista en acelerar el abandono de las energías no renovables. Parece que la Unión Europea, incluso antes de la invasión rusa, ya vio las orejas al lobo proponiendo que el gas y la energía nuclear fueran consideradas verdes. Mejor eso que acabar volviendo al carbón.

Sea como sea, necesitamos una transición energética inteligente que sea lo más rápida posible sujeta a las restricciones de un sistema económico y social muy complejo. Seguir en una transición irreal, que fracasa sistemáticamente en sus objetivos, solo puede desmoralizar a la sociedad e impedir el objetivo último: acabar con las emisiones y dejar un mundo habitable a las generaciones futuras.

 

Profesor José García Montalvo (UPF Barcelona)

Resumen de «Hipocresías energéticas»

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