Ojalá ser de izquierdas Círculo Jefferson-IvMB
Últimamente me siento muy culpable. Bueno, más culpable de lo normal. En la sociedad actual, con su dogmatismo disfrazado de buenismo, ser joven y no ser de izquierdas muchas veces te obliga a cargar un sutil sentimiento de culpa, el cual conlleva una consecuente sospecha sobre la propia moralidad.
Dudar de nosotros mismos, dudar de nuestra integridad y, como es obvio, recurrir a la autojustificación de muchas de nuestras opiniones “eh, pero yo no soy así, tía…” o “tía, pero yo no soy como ellos, me conoces…” Y en ese momento en el que sientes que te estás justificando por algo que no necesitaría tanta exculpación, dentro de ti se hace espacio empujando con violencia otro sentimiento: la vergüenza. Vergüenza porque te gustaría chillar: ¡Pues sí, soy así! El hecho que tu tengas opiniones tan reductivas y limitadas, no significa que todo lo que no sea rojo es facha, tía.
Tiene lógica, ¿No? ¿Por que no debería expresar mis opiniones en libertad como hacen ellos? Esos amigos rojos que se auto-proclaman defensores del lugar seguro, un espacio libre y abierto para todo tipo de colectivo. Venga, díselo a tus amigos de toda la vida que se han quedado en esas de hacer la revolución. Ya. Los mismos a los que preguntas que si por favor puedan recoger las latas de cerveza del suelo (público) pero no tía, que palo. Y ¿Donde está el civismo, la colectividad, la solidaridad cuando tienes que recoger las birras vacías que te has bebido apasionadamente con tu cuadrilla en una placita del Raval, mientras hablabas de lo mucho que odias a la policía, de lo mucho que te gustaría sublevarte, de lo muy facha que eres tía, como puedes pensar eso? Pero eh, tíos, me voy para casa que la mama me ha dejado unas macarrones en la nevera. Anda. Que la revolución sí, pero la barriga bien llena.
‘los liberales, los confundidos, cuando uno de los nuestros se atreve a hablar, en vez de aplaudirlo o apoyarle, nos limitamos los menos hipócritas a aludir una tímida sonrisa y la mayoría a girar la cabeza, “esto no va conmigo‘
Sin embargo, a pesar de ver todas esas incongruencias, a pesar de estar cansados de ser llamados fachas por declarados estalinistas, que de la lección sobre la II Guerra Mundial en segundo de bachillerato se quedaron únicamente con esa palabra, callamos. No solo callamos, sino muchos (llámanos liberales, de centro o confundidos) nos sentimos culpables.
Tengo la impresión, cuando intento compartir y comunicar (o tan solo escuchar) con el lugar seguro, que si no eres de izquierdas, no tienes alma. Te tienes que sentir culpable por no ser de izquierdas. Ojalá ser de izquierdas. Todo sería más fácil.
Pero realmente, ¿Qué es ser de izquierdas? ¿Qué representa? ¿Puede un mantra político tener tanto poder? Pues al parecer sí. La izquierda actual ha conseguido apoderarse de la bondad. Porqué sí, si eres de izquierdas eres de los buenos. De la revolución. La clase obrera, el grupo. El sentimiento de pertenencia. Es la fraternidad, la manada que se subleva contra el magnate, el jóker, el capitalista. Ese malvado capitalista, el facha.
Esto me lleva a otra reflexión; ¿Es el facha, el que va por libre? ¿El independiente? ¿El que destaca? O, ya exagerando, es la verdadera alma libre? ¿La que sale, se reafirma, se distingue de la manada? ¿Es el capitalista, el verdadero punk de toda esta historia? Ni idea. Por un lado, crecemos con esta idea de destacar, de no dejarnos comer por las masas. Cuantas veces nuestras madres nos han dicho que tenemos que usar nuestros propios cerebros, que hay que ir por libre. O, utilizando una frase que toda madre ha dicho, digna de los más grandes poetas: “si Paco se tira por la terraza, ¿Tú también?”. Pues mama, que quieres que te diga. No, claro que no. ¡Pero es que ahora me miran muy mal por no seguir a Paco!
Claro que me gustaría ser tan guay, tan independiente. Pero a veces, la sensación de soledad consecuente de ser fiel a uno mismo, es tan abrumadora que prefieres quedarte en silencio, observar y, a fin de cuentas, sentirte culpable.
Todos queremos ser los héroes. Todos queremos ser Batman cuando lo vemos en la pantalla. Pero pocos están dispuestos a asumir la carga que supone destacar de la masa, eso de llevar la contraria. Pocos aceptan realmente lo que conlleva ir contracorriente porqué la manada quiere tenerlo todo bajo control y si te sales de ese control, del esquema, te convierte en paria. Batman gusta solo en la pantalla. En la vida real, Batman es un problema. Que duro es ser el despreciado y que dura es la soledad del punk. Ojalá ser de izquierdas.
Es duro, dentro de todo este politically correct absoluto, llevar la contraria y decirlo en voz alta. Porque además, los liberales, los confundidos, cuando uno de los nuestros se atreve a hablar, en vez de aplaudirlo o apoyarle, nos limitamos los menos hipócritas a aludir una tímida sonrisa y la mayoría a girar la cabeza, “esto no va conmigo”. A lo mejor nos falta eso, tanta libertad y tanto ir contracorriente nos han nublado un poco. La verdad es que no lo sé. Los de izquierdas van siempre tan seguros, hay tanta unidad, tanto apoyo hasta en los más bochornosos espectáculos que nos han ofrecido. Ojalá ser de izquierdas.
De todos modos, quiero acabar con un mensaje positivo, de esperanza. No creo que “los confundidos” seamos tan pocos. Creo que somos mucho más.
Tampoco quiero pecar de poca originalidad y sugerir una “mayoría silenciosa” pero bueno, algo parecido. Creo que el trabajo individual de cada joven confundido es relativizar. Ni ellos son tan seguros, ni nosotros tan solos. Ni ellos tan equivocados, ni nosotros tan dignos como para no empezar a alzar la voz. Si ellos pueden hacer tanto ruido, es porque dejamos que lo hagan. Entonces, deberíamos empezar a decir menos “Ojalá ser de izquierdas”, sentirnos menos culpables, y sobre todo ser menos punks cada uno por su cuenta y empezar a serlo un poquito más todos juntos.
No creo que nos hará falta chillar tanto como ellos, pero sí que creo que toca hablar un poquito más. O no. No lo sé. Solo pienso que me gustaría dejar de pensar ojalá ser de izquierdas.
Athena Fachin, economista, miembro del Círculo Jefferson – IvMB