Libertad y responsabilidad son inseparables, por Friedrich A. Hayek
La libertad no sólo significa que el individuo tiene la oportunidad y la responsabilidad de la elección, sino también que debe soportar las consecuencias de sus acciones y recibir las alabanzas o censuras por ellas. La libertad y la responsabilidad son inseparables (…).
La negación de la responsabilidad se debe comúnmente al temor de la responsabilidad. Un temor que también llega a ser necesariamente el temor a la libertad. Es indudable que mucha gente está temerosa de la libertad, porque la oportunidad para hacer la propia vida significa también una incesante tarea, una disciplina que el hombre debe imponerse a sí mismo para lograr sus fines (…).
Una sociedad libre exige, probablemente más que ninguna otra, que los hombres se guíen en sus acciones por un sentido de responsabilidad, que se extiende más allá de los deberes marcados por la ley, y que la opinión general apruebe que los individuos sean hechos responsables tanto de los éxitos como de los fracasos de sus empeños. Cuando a los hombres se les permite actuar de acuerdo con lo que estiman conveniente, también deben ser responsables del resultado de sus esfuerzos (…).
La complementariedad de libertad y responsabilidad significa que las razones a favor de la libertad se aplican sólo a aquellos a quienes cabe imputar responsabilidad y no pueden atribuirse a los niños, a los idiotas o a los locos; presupone que una persona es capaz de aprender de la experiencia y de guiar sus acciones por el conocimiento así adquirido; es inválida para aquellas que todavía no ha aprendido suficientemente o son incapaces de aprender (…).
Ahora bien, siempre que exista razón para creer que el conocimiento de la responsabilidad influirá probablemente en las acciones de un hombre será necesario tratarle como responsable, tanto si el conocimiento ha producido el deseado efecto en el caso particular de que se trate o como si no (…).
El punto importante estriba en que ser miembro libre y responsable de la comunidad supone un status particular que acarrea cargas y privilegios (…).
‘Una sociedad libre exige, probablemente más que ninguna otra, que los hombres se guíen en sus acciones por un sentido de responsabilidad’
El hecho de que una sociedad libre funcione con éxito solamente si sus individuos se hallan guiados en cierta medida por valores comunes es quizá la razón en cuya virtud los filósofos han definido a veces la libertad como acción de conformidad con reglas morales. Sin embargo, tal definición es una negación de la libertad que a nosotros nos importa. La libertad de acción , que constituye la condición del mérito moral, incluye asimismo la libertad de actual mal. Nosotros únicamente alabamos o censuramos cuando la persona tiene oportunidad de escoger, cuando su acatamiento a una norma no se obtiene por la fuerza, sino meramente por voluntaria decisión (…).
La carga de elección que la libertad impone, la responsabilidad por el destino propio que una sociedad libre atribuye al individuo ha llegado a ser, bajo las condiciones del mundo moderno, una fuente importante de disgusto (…).
Dentro de una sociedad libre, el talento del hombre no le concede una posición especial. Pretender que tiene justo título para ello significaría que algún órgano, de acuerdo con su juicio propio, posee el derecho y el poder de colocar a los hombres en posiciones particulares. Todo lo que una sociedad libre ha de ofrecer es la oportunidad de buscar una posición conveniente, con todo el riesgo e incertidumbre inmanentes que tal búsqueda de mercado para las dotes de uno debe suponer (…).
A menudo se arguye que la creencia en la persona como única responsable de su propio destino está defendida solamente por los que gozan de éxito. En sí mismo ello no es tan inaceptable como la sugerencia que insinúa, equivalente a decir que la gente mantiene dicha creencia porque ha tenido éxito en la vida. Por una vez me inclino a pensar que la relación a establecer es todo lo contrario: que a menudo la gente tiene éxito, porque mantiene esa creencia. Aunque la convicción del hombre de que todo lo logrado por él se debe únicamente a sus esfuerzos, destreza e inteligencia puede ser falsa en gran parte, no por ello deja de producir los más beneficiosos efectos en la energía y circunspección de dicho ser humano. Y si la orgullosa presunción de los que han tenido éxito es a menudo intolerable y ofensiva, la creencia de que el éxito depende totalmente del hombre constituye, probablemente, el incentivo más pragmáticamente efectivo para que la acción triunfe. Cuanto más propenso sea el hombre a censurar a los otros o a las circunstancias por su fracaso, mayor tendencia a la ineficacia y al descontento.
En los tiempos modernos el sentido de la responsabilidad se ha visto debilitado tanto por una excesiva extensión de la responsabilidad del individuo como por la exculpación de las consecuencias reales de sus acciones. Puesto que asignamos responsabilidad al individuo a fin de influir en sus acciones, deberíamos referirla a esas consecuencias de su conducta que humanamente puede prever, consecuencias que de acuerdo con nuestro razonable deseo se toman en cuenta en circunstancias ordinarias. La responsabilidad, para gozar de efectividad, debe ser limitada, definida y adaptada emocional e intelectualmente a la capacidad humana. El sentido de la responsabilidad se destruye tanto por enseñar que uno responde de todo como predicar que uno no responde de nada.
La responsabilidad, para gozar de efectividad, debe ser responsabilidad individual. En una sociedad libre no existe responsabilidad colectiva de los componentes de un grupo como tal, a menos que mediante una acción concertada se hayan hecho tofos ellos individual y separadamente responsables. (…). Si en fin de cuentas la propiedad de todos es la propiedad de ninguno, la responsabilidad de todos es la responsabilidad de nadie.
Extractos del capítulo V «Responsabilidad y libertad»
Los Fundamentos de la libertad (1959)
Friedrich A. Hayek