Contra la cogestión
Artículo de Lorenzo Bernaldo de Quirós / Resumen ejecutivo a cargo de IvMB
La cogestión o codeterminación, expone Lorenzo Bernaldo de Quirós en El Mundo, fue una de las banderas de la izquierda europea en los años setenta del siglo XX, vinculada a la idea democracia industrial, eufemismo de una economía controlada por el Estado.
En su dimensión legal e institucional, la cogestión se traduce en imponer a las empresas la participación de los representantes de los trabajadores en su máximo órgano de gobierno, el Consejo de Administración.
En una economía libre, es posible desarrollar todo tipo de entidades mercantiles. Una de las virtudes del capitalismo es la posibilidad de experimentar nuevas formas de actividad empresarial para satisfacer las demandas reales o potenciales del consumidor (des de la participación de los trabajadores en los Consejos de administración, hasta empresas creadas total o parcialmente por ellos).
Parece evidente que si los beneficios atribuidos a la cogestión fuesen superiores a sus costes, esta tipología sería la dominante en un mercado competitivo. Sin embargo, la realidad nos muestra que esto no es así. ¿Por qué?
En las empresas en régimen de cogestión existe un divorcio entre la toma de decisiones y sus consecuencias. Si bien el valor del patrimonio d los accionistas está atrapado y afectado por cualquier acción que reduzca las expectativas de rentabilidad futura, no ocurre lo mismo con sus trabajadores y representantes. Incluso comprometiendo el porvenir de la empresa con sus decisiones, estos conservan la posibilidad de revalorizar su capital humano cambiando de empleo. Ello crea un incentivo racional a favorecer el corto sobre el largo plazo, a extraer el mayor volumen de recursos de la empresa en el menor tiempo posible, lo que entraña una menor tasa de inversión, de innovación, de flexibilidad y de productividad (Rights and Production Functions: An Application to Labor Managed Firms and Codetermination, Michale C. Jensen, Harvard Business School, 2020).
Si los sectores sometidos a la cogestión llegasen a suponer una parte sustancial de la economía, toda ella tendería a ser menos eficiente, el crecimiento descendería, el desempleo se elevaría así como el nivel de precios con la consiguiente pérdida de competitividad de las empresas.
Los partidarios de la cogestión aducen que allí donde se ha introducido goza de consenso y son pocos los que piden su supresión. Omiten, sin embargo, que ese silencio se debe al miedo de las empresas al conflicto social, al temor a una legislación aún más severa.
El objetivo de la Ministro de Trabajo, Sra. Díaz, es crear una situación de control político-sindical de las compañías que sea irreversible y conduzca a la subversión completa de lo que queda de capitalismo en España, dado que la cogestión conduce a acabar con el derecho de propiedad y con la libertad contractual, ambos ya muy mermados.
Se trata, en definitiva, de negar a los individuos la libertad de elegir las condiciones de intercambio que les sean más favorables, de aplicar los modos de gestión por los que hubiesen optado de poder hacerlo, privando de este modo a la sociedad de un instrumento imprescindible para adaptar sus formas institucionales a la asignación optima de recursos.